Son pocos
los que pueden decirse dueños de una isla en territorio
español, pero decenas de familias
conservan todavía antiguas propiedades que en algunos casos no se pueden
disfrutar por ser territorios protegidos, ni mucho menos explotar
económicamente.
Así, la imagen de estos dueños de islas está lejos de
lo que la imaginación puede sugerir. No son millonarios con yates y
helicópteros sino familias de clase media que han heredado el territorio, como
quien hereda una finca en la península.
"Muchas personas creen que no puede ser que una
persona tenga privadamente una isla", cuenta a dpa Víctor Jordán, uno de
los propietarios de la isla de Alegranza, en el Parque Natural del Archipiélago
Chinijo, en las islas Canarias. "Al fin y al cabo es una finca rústica
como otra cualquiera, pero rodeada de mar", dice.
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