jueves, 22 de mayo de 2014

El turismo loco amenaza el paraíso canario de los pájaros




Alegranza es un islote deshabitado de 10 kilómetros cuadrados situado al norte de Lanzarote. Está considerado uno de los espacios naturales más importantes de la Unión Europea. Pero es propiedad privada.

Sí, lo has leído bien. Una isla canaria pertenece integramente a una familia. Razón de peso para explicar que a este volcán solitario en medio del Atlántico también le haya llegado la amenaza del pelotazo turístico. Un descabellado proyecto para convertir en hotel de lujo el faro de Alegranza, la única construcción del espacio natural más protegido (sobre el papel) de toda Canarias.
Faro de la isla de Alegranza. ©WWF

Alegranza es el espacio natural protegido marítimo-terrestre más importante de las islas Canarias. Sus aguas albergan la mayor biodiversidad marina. Su vegetación se encuentra entre las primeras de Europa en cuanto a la presencia de especies endémicas. Además, es el refugio de la mayor diversidad de rapaces y el mayor número de especies amenazadas de aves de las islas Canarias.

Sólo allí se calcula que crían unas 8.000 pardelas cenicientas (Calonectris diomedea), varios cientos de petreles de Bulwer (Bulweria bulwerii), decenas de pardelas de macaronesia (Puffinus baroli), cientos de paíños europeos (Hydrobates pelagicus) y cerca de un centenar de paíños de Madeira (Oceanodroma castro). Por no hablar del guirre (Neophron percnopterus majorensis), el halcón de Eleonor, el halcón tagarote o el águila pescadora.

Instalar en Alegranza un hotelito de lujo y abrir el islote al turismo supondría un desastre para este paraíso. El Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Parque Natural del Archipiélago Chinijo, al que pertenece Alegranza, lo prohíbe, al controlar y restringir su uso público; también recoge la necesidad de que las instalaciones del faro alberguen una estación biológica que sirva de apoyo a las actuaciones de conservación del espacio (gestión, vigilancia, investigación, educación y sensibilización ambiental). Nada que ver con lo que ahora se pretende.

Como yo y tantos otros, SEO/BirdLife, WWF España, la Fundación César Manrique e investigadores de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) quieren evitar el uso turístico del Faro de Alegranza. Para lograrlo, han mandado un escrito a la Autoridad Portuaria de Las Palmas solicitando que se cumpla la ley y se garantice el uso público de esta instalación pública. ¿Nos harán caso? Oscuros intereses económicos pueden ser mucho más fuertes que la cordura y el sentido común.

Por desgracia éste no es un caso aislado. SEO/BirdLife ha denunciado también la existencia de un proyecto muy similar en el faro de la isla de Sa Conillera, en Baleares. El proyecto de construcción del hotel podría afectar allí al entorno de la mejor colonia de pardela balear (Puffinus mauretanicus) del territorio español, una especia tan escasa que es considerada el ave más amenazada de Europa, de acuerdo con los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Cuando hablaban de salida de la crisis, ¿a qué se referían? ¿A volver al ladrillazo? ¿A destrozar los únicos rincones naturales que nos quedan sin urbanizar en España?

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