viernes, 20 de marzo de 2009

EN EL CAMINO DE LA HISTORIA JUAN JESÚS AYALA. El nacionalismo es vital para Canarias.

CADA DÍA que pasa se hace más evidente y necesario que el camino que conduce hacia el desarrollo como pueblo de Canarias tiene que ser por la vía del nacionalismo. Pensar en otra cuestión, en falsos proteccionismos arropados por discursos empalagosos y dictados desde otros lares, dificulta, entorpece, cuando no va laminando la conciencia nacionalista.

De estas trabas deben darse cuenta los nacionalistas, militen o no en este o aquel partido. Y ahí sí hay que tener altura de miras, zafarse de ombliguismos y entrar de una vez en la discusión llena de amplitud que tenga a Canarias como tema central, que asuma las dificultades que se ciernen sobre las islas, donde también están los que, arropados por mensajes intencionados, pretenden, y es ese su trabajo, confundir y medrar.

Y esto que se dice cansa ya por la majadería del discurso que está en boca de los nacionalistas, y muchos así lo asumen, pero cuando llegan las decisiones, cuando se instala en el cerebro de la gente la reflexión, ésta se diluye y se arropa en una proclama que se enlentece, se retarda y se dispone en la lejanía.

Sin lugar a dudas hay que apoyarse en la historia porque ella nos ayuda a pensar, a saber cuál es la deriva de los pueblos que han querido hacerse a sí mismos sin tutelajes ni componendas prefabricadas tendentes a la fagocitación. Y con la historia se debe aprender que hay que adelantarse a los acontecimientos antes de que estos estrangulen apetencias y deseos. Así como también hay que tener perfectamente claro que la geografía a la que pertenecemos y donde estamos situados nos dice de la amenaza, de la idea y de la estrategia que tienen otros para desestabilizar, entorpecer y hasta subsumir.

De ahí que continuar instalados en el individualismo nacionalista, donde las políticas y las ideas caminan en el sentido de la inoperatividad colectiva, es perder el tiempo. En este momento, salvo excepciones, son voces inconexas alejadas de cada cual y distantes de una conceptualización de nación, sin vivacidad, que sólo motiva a que las islas se escapen, se alejen sin apenas reflejos y guiadas por cantos de sirena que suenan lejos de nuestras orillas.

Y entre tanto, eso sí, nos entretenemos sin fuerza en pensar sobre la unidad y en refundaciones, pero el almanaque se escapa, lo que hace que los de siempre se empeñen en menospreciar y combatir el nacionalismo canario desde todas las tribunas, sean políticas o mediáticas, con lecturas falsas tergiversando realidades y evidencias. Enarbolando las banderas de la libertad y de la autodeterminación, pero diciéndonos que no está de moda cuando sabemos que hay países en el planeta que nos dictan otra lección.

Pero, hay que decirlo, estos no serán los verdaderos culpables de las desidias instauradas. Serán los que desde el nacionalismo nos empavonamos con grandilocuencias y palabras altisonantes, pero que en realidad no vienen a ser más que un retumbo de nuestras cuatro paredes desde las que continuamos separados por tabiques perfectamente insonorizados.

Somos los nacionalistas los enemigos de nosotros mismos, por lo que, como objetivo prioritario, hay que desatrancar esta situación dejando atrás las individualidades y especificidades de este o aquel partido u organización y comprometiéndonos en una idea clara y contundente que nos obligue a repensar Canarias desde el nacionalismo.

El nacionalismo es vital para las Islas. Pero no para que cada cual vaya por su lado, para que las capillitas hechas cuerpo en la cultura canaria continúen emitiendo mensajes de desajustes y prevalencias de una islas sobre otras.

Dejemos que la isla sea un referente cultural, pero que deja atrás su referente político; y aunque sea difícil es un trabajo que hay que hacer para, de una vez por todas, tener una idea clara si somos o no nacionalistas, dejando por inoperativos viejos resabios insularistas.

Se hace necesario, pues, una profunda reflexión de todos, estén donde estén, desde La Graciosa hasta El Hierro, si es que queremos contribuir a que Canarias sea una nación, pero no de boquilla, y para ello no tenemos otra alternativa que sacar la palabra del estuche plateado de cada cual, airearla y convencernos de que el nacionalismo es vital para Canarias. Porque, de no ser así, el tiempo y la historia se nos fugarán y seguiremos siendo testigos mudos de la misma. Y no.

Fuente: eldia.es

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